Si estás leyendo esto, seguramente has recibido recientemente la noticia de que tu bebé ha fallecido o va a fallecer. En primer lugar, te enviamos un abrazo que pueda, en algo, acompañar las distintas emociones que han aparecido desde ese momento. 

Es normal que este periodo venga acompañado de un estado inicial de shock, en donde todo parezca un mal sueño y en donde no entiendas muy bien qué ni por qué pasó. Así también puede ser muy difícil tomar decisiones, sobretodo si en el momento en que te comunicaron lo sucedido -a partir de lo inesperado- no lograste retener bien lo que te decían o no realizaste las preguntas que hoy te gustaría realizar. 

Nunca es tarde para preguntar, aunque sea más de una vez, sobre las opciones que tienes para vivir este proceso. También es posible que recopilando nueva información quieras optar por una alternativa distinta que la inicial. Para nadie es fácil saber y aceptar que un hijo/a que ha sido deseado/a no vivirá, por lo que el personal de salud debe responderte (o responderles) con paciencia y respeto. 

La pena, el enojo, la confusión, son parte de este proceso. No olvides que así como es importante darle un espacio a las decisiones en torno al desarrollo físico del proceso, darle un espacio a la expresión emocional e ir elaborando lo que te/les va ocurriendo resulta igualmente significativo.